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Mostrando entradas de julio, 2015

Desbancado

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Soledad .  Foto de Chus Martín. @lankara https://flic.kr/p/pfHKcv No fueron pocos los que apostaron que serías la próxima Penélope escocesa, en espera desesperada, mirando con ojos acuosos y cansados fijamente el horizonte, desde el alba hasta el ocaso, sol que viene sol que va, deseando obsesivamente ver asomar en la línea que separa mar y cielo la silueta de mi barco. Las apuestas más altas , sombras de desconfianza y de recelo, afirmaban que la embarcación sí aparecería puntualmente el día y hora señalados; pero yo no desembarcaría de él, ausente presencia, incumpliendo así mi promesa de regresar a ti.  Loca tú, creyente fiel, no perderías la esperanza y seguirías aguardando a que cualquier día a cualquier hora descendiese de cualquier navío, buscándote con la mirada para explicarte el motivo de mi retraso, me equivoqué de día, estaba enfermo de muerte, perdí el tren que me llevaba hasta él, sufrí un secuestro, mi pasaporte estaba caducado... Y t

¡Un helado de vainilla, por favor!

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"Doña Vicenta".  Foto de Chus Martin. @lankara https://flic.kr/p/vXsaKj ¿Y qué quiere que le cuente una vieja como yo, joven? Mi vida es de lo más normal, aburrida diría yo, pero ya que insiste tanto y me he comprometido a ayudarle en su estudio, pues, allá voy. Me llamo Vicenta, tengo más de setenta años y menos de ochenta, permítame que conserve algo de coquetería y no le diga mi edad exacta. Tengo tres hijos, siete nietos, dos perros, un gato, doce gallinas, un gallo y un marido, Enrique, quien aún me acompaña cada mañana a trabajar en la huerta. Mi fruta favorita es la uva y siento pasión por las hormigas, nunca he sido capaz de matar ni una, tan trabajadoras, tan sobrias ellas. Tuvimos varias tierrucas que nos permitieron sobrevivir y alimentar a mi familia pero hoy están yermas, como mi cuerpo, gracias a que la pequeña pensión que percibimos nos permite disfrutar de nuestra vejez con cierta holgura. Mi color favorito es el rojo aunque en

Ochenta y siete escalones

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"Rayo de luz en la escalera". Foto de Chus Martin @lankara https://flic.kr/p/rqsjxh   Cincuenta y ocho mil cuatrocientas son las veces que aproximadamente he subido y bajado las maravillosas escaleras de mi casa a lo largo de mi vida. Los primeros escalones que subí gateando fueron éstos, con el consiguiente chichón en la cabeza producto de mi piel acariciando el suave y frío mármol. A fin de evitar ulteriores caídas, tanto mías como de otros vecinos, en la siguiente Junta de Propietarios se aprobó por unanimidad la instalación de tiras antideslizantes.    A los dieciséis años me rompí el brazo izquierdo al querer volar por ellas propulsada por la alegría de mi primera cita con Mario mezclada con el miedo a llegar un segundo tarde. A fin de evitar ulteriores intentos de emular a Ícaro, en la siguiente Junta de Propietarios se aprobó por unanimidad la instalación de una barandilla dorada.   A los diecinueve años esta

Sé impecable con tus palabras

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Sí, lo sé, mi mantra los últimos días es precisamente éste: "sé impecable en tus palabras". Sin embargo, aunque la teoría me parece sencilla y por más que en mi mente recree una y otra vez cómo me voy a comportar la próxima ocasión en la que mi aprendizaje se ponga a prueba, cuando llega ese momento, no hay manera de ponerlo en práctica. Ése siempre ha sido, es y será mi problema: la impulsividad. Mi lengua es más rápida que mi mente y mis cuerdas vocales se coordinan a una velocidad que despeinan a las neuronas. Pobres neuronas... a ellas les toca después lidiar con los remordimientos y los cargos de conciencia mientras que las espabiladas de las cuerdas vocales bailan samba con la lengua indiferentes a lo que ha sucedido y sin ser conscientes de la que han liado por ser tan rapidillas.   Ser impecable en tus palabras es la regla número uno de la filosofía tolteca para vivir con más autenticidad tu vida y disfrutar más de uno mismo. A continuación están  la regla