¡Sólo tenía diez años!

"Sin título"
Foto de Chus Martín 
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A día de hoy sigo sin entender qué le llevó a hacer aquello. Quizás pertenece a la categoría de preguntas que nunca tendrán respuesta o que si llegan a tenerla no nos convencerá del todo ni nos consolará el haberla sabido. Todavía veo de vez en cuando a su madre cruzar por la plaza Santiago, siempre vestida de negro, pero igual de altiva y aparentemente distante de todo, como cuando él vivía. Nada en su cara ha cambiado. No ha envejecido. Y al parecer tampoco ha cambiado de casa y sigue viviendo en el mismo sitio en el que sucedió todo. ¿Por qué? Podían haberse permitido marcharse a otro barrio, a otra ciudad incluso, pero tanto ella como su marido, al que de vez en cuando he visto colgado de su brazo, vestido de traje corbata, tan altivo y aparentemente distante de todo como ella, han decidido quedarse donde estaban. ¿Un autocastigo? ¿Una penitencia? En cualquier caso, en mi opinión, un sinsentido.
 
Ayer me encontré con Lucas, un antiguo compañero de clase, en un bar de la Corredera Alta, y tras la puesta al día de rigor: yo aprobé una oposición, yo he montado mi propio negocio, me casé hace cinco años y tengo dos hijas, yo sigo soltero y esto va para largo, acabamos hablando de lo que había sido nuestro gran vínculo de unión durante la infancia.
 
>> ¿Te acuerdas de...?
>> Ni me lo recuerdes, cómo olvidarlo... 
>> ¡Qué curioso! El otro día soñé con él, bueno, con toda la clase. Estábamos de pie alrededor de las mesas, formando un cuadrado, y Don Casimiro nos preguntaba los tiempos verbales.
>> Segunda persona del singular del pretérito perfecto simple del verbo amedrentar...
>> Los días que había examen de verbos no conseguía dormir, ni la noche de antes, por los nervios, ni la de después, por los nervios también...
>> Todos llegábamos atacados...
>> Todos menos él. ¡Qué máquina!
 
La versión oficial de los hechos fue que había sido un accidente. Versión oficial en el colegio, para los niños, claro. En lo que no cayeron los profesores fue que la noticia salió en la contraportada de un periódico local y en él no se andaron con tantos rodeos ni sutilezas a la hora de contar lo sucedido. La mala suerte hizo que el padre de Mario dejase el periódico encima del sofá, y que Mario, que por aquel entonces leía hasta los ingredientes de las cajas de cereales, leyese con atención la noticia. De esa forma al día siguiente ya todo el patio sabía lo que había sucedido de verdad antes de que el partidillo del recreo llegase al fin de su primer tiempo.
 
>> ¿De verdad crees que lo hizo porque no pudo superar la presión?
>> Eso decía el periódico ¿no? Y eso dijo Don Casimiro al padre de Lourdes. Que era superdotado pero que no quería que nadie se enterase. Que por eso falseó todos los tests que le hicieron, y que por ese motivo hizo lo que hizo, ya que su padre le pilló y estaba decidido a sacarlo todo a la luz e incluso llevarle a un colegio especial.
>> No sé, Lucas, no sé... ¡sólo tenía diez años! 
>> Pero siempre fue mucho más maduro que nosotros y mucho más serio. Además, su padre era militar...
 
Esa fue la frase que más resonó entre las paredes del colegio cuando en murmullos, de oreja a oreja, encerrados en los baños, para que los profesores no nos pillaran, hablábamos del "eso" de lo que estaba prohibido hablar. Su padre era militar... militar... como si fuese motivo suficiente para entender qué había pasado, convertirlo en algo inevitable, su destino  determinado por este pequeño detalle, anclando en las estrellas que "eso" iba a pasar de cualquier forma: su padre era militar... Explicaba que tuviese una pistola guardada bajo llave en el cajón de su escritorio, una caja llena de balas guardada bajo clave en una caja fuerte de su despacho y un hijo, Roberto, conocedor de ambas cosas, que en un momento de desesperación decidió hacer uso de ellas.

>> Y los padres justo al lado, en el comedor, comiendo tan tranquilamente...
>> Decían que pidió permiso para levantarse e ir al baño y que lo siguiente que oyeron fue el estruendo del disparo. No sospecharon nada, absolutamente nada. Roberto había estado comiendo tranquilamente la paella sentado a la mesa con ellos, grano a grano, hasta que fueron corriendo al despacho y se encontraron con todo el tinglado. Ufff aún a día de hoy sólo de pensarlo se me ponen los pelos como escarpias. 
>> Mario contó que en el periódico ponía que los padres estaban en estado de shock y no eran capaces de asimilar lo sucedido, imagínate....
>> Yo sigo viendo a menudo a la madre, y nadie diría que sufrió una tragedia así. Yo estaría en un manicomio, te lo juro, y eso como mínimo.
>> Cada persona tiene una forma distinta de enfrentarse a los problemas. A saber qué historia tiene esa mujer...
>> Sí, pero es extraño. Siguen viviendo en la misma casa donde sucedió todo ¿no te resulta chocante? No sé, Lucas, no sé. Sacaron a Tomás, su hermano mayor, del colegio al día siguiente para evitar que la gente le recordara como "el hermano del que se pegó un tiro" y van y le meten en un internado en León ¿te acuerdas? Sara oyó como el director se lo contaba a Don Casimiro. Se deshacen del hermano mayor y ellos no se mudan a otra casa, no me digas que no es raro, no me digas que no...
>> Pero bueno, Adriana, y eso a cuento de qué viene ahora, qué quieres decir con esto. Con todo el tiempo que ha pasado y parece que no lo has olvidado.
>> Fue horrible, Lucas ¿a ti no te afectó de verdad? Yo nunca he dejado de pensar en él y desde que soy madre mas aún...
>> Eso es porque estabas enamorada de él, tonta.
>> No más que de lo que lo estabas tú, pendón.

Las carcajadas compartidas no lograron explotar la duda que yo había creado con mis comentarios ni romper la sensación de incomodidad que se creó entre Lucas y yo a partir de ese momento. Nos despedimos con un intercambio de teléfonos (que nunca marcaríamos) y de perfiles de facebook (que nunca agregaríamos) porque la sombra de Roberto sobrevolaba nuestra infancia, nuestra vida, y era tan fea, tan oscura y dolorosa, que no queríamos cerca nuestro nada ni nadie que nos recordase aquél nefasto quince de diciembre de hace casi treinta años.
 
 
 

Comentarios

  1. Uff, me ha dejado los pelos de punta, que historia.

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    1. Me costó un poco escribir esta historia porque es dura... Sobre todo porque está inspirado por algo que sucedió de verdad.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Los secretos a voces son los peores porque no son secretos pero, al mismo tiempo, no se puede hablar de ellos... :**

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