Las pequeñas virtudes - Natalia Ginzburg



Título original: Le piccole virtú [Incluído en el libro Las pequeñas virtudes]
Edición: Acantilado. Febrero 2002 (1ª ed. Séptima reimpresión Junio 2016).
Traducción: Celia Filipetto
Páginas:145-164
ISBN: 978-84-95359-66-7
Precio: 14,00€
Calificación: 10/10
«Esta es, quizá, la única posibilidad que tenemos de resultarles de alguna ayuda en la búsqueda de una vocación, tener nosotros mismos una vocación, conocerla, amarla y ervirla con pasión, porque el amor a la vida genera amor a la vida.» (Pág. 164)
Podría contaros muchas cosas de este ensayo en el que Natalia habla de la educación y la crianza de los hijos. Podría deciros que tendría que ser lectura obligatoria no sólo para madres y padres sino también para hijos e hijas porque lo más importante de este texto no es la visión de Natalia sobre la maternidad sino la lección de vida que, una vez más, da en ella. Podría deciros que este texto lo han tratado pedagogos, educadores, padres, madres, críticos de todo tipo. Podría deciros que habrá cosas con las que podéis estar más o menos de acuerdo, aspectos que reconoceréis en la forma en la que vuestros padres os han criado, otros que por el contrario os resulten ajenos, pero todos os servirán para comparar los valores que estáis transmitir a los que tenéis hijos, e incluso vuestros propios valores, con aquellos que ella intentó inculcar a los suyos propios.
«Lo que debemos realmente apreciar en la educación es que a nuestros hijos no les falte nunca el amor a la vida.» (Pág. 160)
Podría contaros que Natalia escribe este ensayo, que da título así mismo a su recopilación, en 1960, época en la que los tres hijos nacidos de su matrimonio con Leone Ginzburg, Carlo, Andrea y Alessandra son ya estudiantes universitarios mientras que su hija Susanna  tiene seis años y ha conseguido sobrevivir a una enfermedad congénita y su hijo pequeño, Antonio, acaba de fallecer (ambos nacidos de su segundo matrimonio con Gabriele Baldini). Podría deciros que Natalia rechaza de pleno que los padres proyecten en sus hijos los fracasos propios y las frustraciones. Es una firme defensora de la libertad y de la responsabilidad de los actos propios y, como tal, considera que los padres no deben resolver los problemas de sus hijos sino liberarles de la culpa y enseñarles a asumir las consecuencias de sus actos por sí mismos. Podría deciros que en la polémica tan de actualidad sobre deberes sí o deberes no, Natalia opta porque sea el propio hijo el que decida, y que en ningún caso deben ser los padres los responsables de sentarse con ellos, explicarles las lecciones, responderles las preguntas, pues para eso ya están los profesores y deberán responder ante ellos de sus decisiones. Podría deciros que respecto a la polémica, también actual, sobre si los padres deben respaldar a sus hijos en sus conflictos con el profesorado, Natalia, en la tónica de su libertad responsable, responde un rotundo no. La escuela es la antesala del mundo real, el primer espacio en el que los hijos deben aprender a defenderse, a valerse por sí mismos, demostrar su propia valía, esbozar argumentos de defensa y tomar las medidas por sí mismos para mejorar su rendimiento.
«Ni demasiado pronto ni demasiado tarde: el secreto de la educación radica en adivinar el momento exacto.» (Pág. 152)
Podría deciros, por tanto, que Natalia considera que la madre y el padre deben ser acompañantes en la sombra, siempre ahí, para consolar al que llora, escuchar al que se considera víctima de una injusticia, pero no actores de una obra en la que los actores principales deben siempre ser los hijos. Los padres/madres-trampolín, los padres/madres que observan, apoyan, y sobre todo, estimulan a sus hijos a luchar por su vocación. Una vocación que debe consistir no en un éxito económico sino en algo más íntimo, más profundo, más pleno y personal. Y la mejor manera de poder convertirse en esos padres/madres-trampolín de vocaciones es cuidando ellos mismos sus propias vocaciones, no dejándolas de lado por el mero hecho de tener hijos a cargo, seguir teniendo su espacio propio, su lucha propia, como seres individuales. De esta manera, quizás, haya alguna probabilidad de que los hijos también luchen por sus sueños...
«Por lo que respecta a la educación de los hijos, creo que no hay que en señarles las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia hacia el dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro». (Pág. 145)
Podría contaros que este ensayito me ha resultado mucho más útil que largos y tediosos libros sobre crianza, apego, cerebro del niño, técnicas cognitivas, métodos educativos. Podría deciros todo eso y mucho más pero como siempre mi mejor consejo es que lean ustedes mismos este pequeño pero hermosísimo ensayo y saquen sus propias conclusiones, sus propias lecciones.



Entrada creada en el marco de la iniciativa de Adopta una Autora, proyecto que tiene como objetivo, tal y como indica su nombre, adoptar una autora (que conozcas, quieras conocer y, sobre todo, desees dar a conocer) independientemente de su raza, religión, orientación sexual, época o temática. Un proyecto sumamente interesante sobre el que podéis obtener más información en su blog https://adoptaunaautorablog.wordpress.com. ¿Se animan?

Comentarios

  1. Descanso, infusión preparada, calorcete agotador y dispuesta a leerte!! xD
    Si te soy sincera, me da pena que estas "pequeñas virtudes" lleguen a su fin, y sin embargo, al mismo tiempo tengo muchas ganas de seguir conociendo el resto de la obra de Naty!
    En este caso, me ha resultado muy curioso el planteamiento del relato, no soy madre pero es inevitable no hacerse eco del debate, está a la orden del día, aunque muchas veces parece más una lucha de poderes, por ver quién tiene razón que por centrarse en lo importante, el menor, su educación, desarrollo etc..
    Cuando lo lea, ya te comentaré, pero de momento las ideas que transmite me han gustado mucho :D
    Un besote enorme! ^^

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    Respuestas
    1. La visión de nuestra Naty sobre la educación de los hijos es totalmente coherente con todo lo que hemos ido viendo sobre ella a lo largo de las Pequeñas Virtudes. No defrauda. Da una visión de profunda libertad y responsabilidad sobre los hijos, personas que no son propiedad de los padres pero que respiran del mismo aire que ellos. Un perfecto cierre para esta joyita ;-)
      ¡Qué alegría leerte de nuevo por aquí, Anita! Ahora toca descubrir nuevas cosas de mi Naty.
      Un besote y nos leemos con un café con hielo en la mano <33

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