Un debut en la vida - Anita Brookner


Lo que más me ha gustado: Un debut en la vida es una novela deliciosa, que se lee de un tirón gracias a su ritmo constante que si bien carece de grandes sobresaltos (una vida normal y corriente, podríamos decir), sin grandes dramas ni tragedias se va desenvolviendo con gracia y armonía tratando multitud de temas (roles de los padres y roles de los hijos, espíritu de sacrificio, manejo de la frustración, moral versus moralismo, responsabilidad por las propias decisiones, inmadurez vital...) . Los estados anímicos de los protagonistas se pueden tocar en cada una de las páginas gracias al talento de Anita para desarrollar su psicología, sus preocupaciones y sus sueños. Esas horas en la biblioteca, esos proyectos, esos paseos por París... es como si estuviésemos estado con ella allí.

Lo que menos me ha gustado: Creo que hacía mucho tiempo (desde Cuatro hermanas de Jetta Carleton o Por qué ser feliz de Jeanette Winterson) que no decía esto. Nada. No me ha disgustado nada. Bueno, una cosa: en este momento no hay nada más publicado de Anita Brookner en nuestro país así que me tocará espera a que lo hagan. Ojalá no tarden mucho. 
«Se sentía casi feliz. O quizá reconoció que esa era la sensación que producía la felicidad. Lo que uno necesitaba era un pretexto. A falta de pretexto, necesitaba un sucedáneo.» (Pág. 89)
Hay personajes literarios que calan hondo no por ser heroínas situadas en un plano paralelo de la realidad sino por su aparente carácter trivial, cotidiano y corriente. Es, paradójicamente, la forma en la que se manejan en esa cotidianidad lo que las hace tan inolvidables porque si todos nosotros fuésemos observados con lupa tendríamos una maravillosa e interesante historia que contar, no nos salvaríamos ni uno. Y eso hace Anita Brookner con Ruth, la protagonista de esta novela y uno de mis personajes favoritos de los últimos tiempos, observarla a través de esta novela de aprendizaje intentando descubrir cómo empatizar con unos padres infantiles y egoístas, cómo su vida empezó a girar en torno a los libros y cómo desde esa pista de despegue se convirtió en una mujer que a los cuarenta años declara de forma contundente que la literatura «le destrozó la vida». 
«No tenía prisa por instalarse en el mundo de los adultos, pues sabía de antemano, y nos equivocaba, que no estaba preparada para eso.» (Pág. 25)
Anita Brookner. 
Pero si esta frase no fuera suficiente como gancho para pescar a los lectores les añado dos motivos más: el primero, el prólogo de Julian Barnes que nos presente a una Anita Brookner «ingeniosa, de una inteligencia deslumbrante, reservada e imposible de conocer más allá de donde ella decidiera» de una expresividad directa y auténtica sin resultar presuntuosa, «que guardaba una cierta distancia con el mundo» y que amaba a sus padres «con dolor». ¿Cómo resistirse a una novela con una presentación así? Anita Brookner (Reino Unido, 1928-2016) no fue una escritora precoz. Dedicada en cuerpo y alma a la enseñanza del Arte como profesión y a la narrativa como afición publicó su primera novela, Un debut en la vida, en 1981 y de ahí se lanzó como un cohete hasta publicar veintitrés más. 
«A pesar de todo, las horas que pasaba en la biblioteca eran para ella lo más parecido a un sentimiento de pertenencia que había tenido nunca. Dorada, reluciente y silenciosa...» (Pág. 33)
Pero les había hablado de un segundo aliciente. Si el título de la novela está inspirado en una obra de Balzac (Un debut dans la vie, 1842) y este autor es mencionado con frecuencia a lo largo de la obra por sus personajes egoístas, apasionados, contradictorios y crueles (los padres de Ruth, son un claro ejemplo de ello, y a pesar de su inmadurez son retratados con gran sentido del humor e incluso cariño) en contraposición con la generosidad, honestidad, honradez y prudencia de los personajes dickensianos (cuya moral Ruth intenta seguir al dedillo) es lógico que Libros del Asteroide, tan cuidadosos siempre en la edición de sus obras, eligieran una cita suya para el colofón del libro, y la elegida es nada más y nada menos que ésta: 
«Llega un momento, en la vida de las familias, en que los hijos se convierten en jueces de los padres.» 
Sí, porque la responsabilidad de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres es también otro de los temas que se tratan en esta obra y que se encuadra tan bien en esas #MaternidadesLit que tanto me fascinan. No fueron pocas las personas que por este motivo, y dada la peculiar relación que Anita tuvo en la vida real con sus padres, quisieron ver en esta novela un relato ficcionado de la propia vida de Anita, algo en lo que ella se negó a profundizar y que la perjudicó en su momento más que beneficiarla de cara a la critica.  Lo que sucede, en mi opinión, es algo tan sencillo como esto: los temas y los personajes de Anita son tan universales que todos podemos sentirnos identificados con ellos o conocemos a alguien que sí lo hace. ¿Quién no ha conocido a unos padres (o incluso los ha tenido en su casa) despreocupados que han relegado, en mayor o menor medida, o por temporadas, la educación de los hijos en abuelos o cuidadores mientras ellos vivían un eterna juventud? ¿Quién no se ha refugiado (al menos en algún momento de su vida) en unos libros buscando las respuestas, la seguridad y la confianza, la sensación de hogar y pertenencia, que no encontraba en la vida real?
«El portero la saludó con la mano, sin decir nada. Era la primera vez que reconocía la presencia de Ruth desde su llegada. Esto la llenó de alegría y agradecimiento. Esa noche durmió sin soñar». (Pág. 116)
Lo maravilloso de Ruth es que con ella nos convertimos en una niña de catorce años que ha crecido al amparo de los cuidados silencios de una abuela anciana, superviviente de los pogromos, que cosía mientras ella leía. Con ella vamos a la Universidad a pesar de la negativa de los padres a dejarla irse de casa, nos independizamos, vivimos el primer amor, logramos éxito académico y emprendemos un viaje de ensueño a París para profundizar en la vida de Balzac. Con ella paseamos en silencio hastiados de melancolía por sus calles empedradas hasta que llega la primavera y las terrazas de los café relucen de música parisina , glamurosa alegría y l´amour... 
«Ruth, que se aba cuenta de todo por instinto, empezó a ver el mundo desde el prima oportunista de Balzac. Su intuición mejoró. Comprendió que las historias moralistas se equivocaban mayoritariamente, que incluso Charles Dickns se equivocaba, y que el mundo no se conquista con la virtud». (Pág. 119)
Con ella regresamos a una casa donde unos padres enfermos nos esperan y nos reclaman cuidados y atención, sentimos el peso del dilema moral que atenaza a Ruth: ¿tiene derecho, el derecho vital, a  que seguir disfrutando de unas alegrías de vivir que acaba de descubrir, a disfrutar de una libertad adulta, emprender su propio camino sin la sombra del pasado, al más puro estilo personaje de Balzac o, por el contrario, debe hacer lo correcto, lo que la conciencia le dicta y sacrificar todo por unos padres, renunciar para siempre a los propios sueños y dejar que éstos se conviertan en frustraciones, aun cuando ellos no lo hicieron por ella (dilema por cierto, que, salvando el acantilado estilístico y argumental que separa a ambas autoras me ha recordado al que plantea Florencia del Campo en la impactante Madre mía)?
«Se vieron al día siguiente, y al siguiente. Después llegó el fin de semana y Ruth tuvo tiempo para pensar en él. No se puede pensar en un hombre cuando se lo tiene delante. Es su ausencia lo que alimenta el amor romántico.» (Pág. 123)
Si Ruth hace Un debut en la vida que conmueve por su inocencia y su apego a aquello que le otorga identidad y felicidad, Anita Brookner hizo Un debut en la literatura que conmueve por su buen hacer y su talento. Una novela deliciosa de leer, ejecutada con primor, que cuida con amor los pequeños detalles, el amor por lo cotidiano, por un reconocimiento inesperado, un paseo por unas calles, un libro descubierto, una anécdota contada por la madre hasta la saciedad... Es tan recomendable que ya está rotando por las manos de las mujeres de mi familia y todas coinciden en decir qué novela más triste, a ratos, más alegre, a ratos, más bonita, siempre...

Título original: A Start in Life
Traducción: Catalina Martínez Muñoz
Edición: Libros del Asteroide (1ª ed. 2018)
Páginas: 211
Precio: 18,95 €
ISBN: 978-84-170007-34-8
Calificación: 9/10

Comentarios

  1. Vaya ritmo de lecturas llevas en febrero, Raquel. Pero esperemos que a ti no te destroce la literatura. ¿Qué puedo decir? Me ha gustado mucho la reseña y sobre todo si Anita habla de familias, madres, hijas...Me lo apunto. Este mes empiezo con tu Naty (¡al fin!). Un abrazo!

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    1. ¡Hola Pilar!
      Afortunadamente la literatura no me está destrozando sino todo lo contrario, reconstruyendo ;-) Y libros como éste ayudan a ello porque sanan el alma en muchos sentidos, no sólo por las historias que cuenta sino también porque es un ejercicio de relato bien contado que siempre alegra el alma.
      Un abrazo enorme y espero que me cuentes qué tal te va con mi (nuestra) Naty.

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  2. Hola, Anita Brookner es GENIAL. Hay un libro maravilloso que ganó el Booker Price, se llama Hotel du Lac y está traducido al español. https://www.casadellibro.com/libro-hotel-du-lac/9788483105917/611858
    Yo la descubrí por ese libro y he comprado muchos libros suyos en inglés por amazon. Ninguno me ha decepcionado, es una escritora excepcional.

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    1. Ay, muchísimas gracias, he encontrado el Hotel du Lac y... ¡está disponible! así que mañana mismo me acerco a hacerme con él. Anita es maravillosa y me ha sorprendido muchísimo la forma de escribir que tiene, haciendo que parezca fácil lo que es todo un ejercicio de talento.
      Gracias por la recomendación y ¡viva Anita!

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  3. Interesantes dilemas éticos y morales los que plantea la autora. Por ellos y el prólogo de J. Carnes se me hace apetecible.
    Un beso

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    1. Muy interesantes. Anita no es moralista en absoluto y deja que seamos nosotros mismos los que saquemos las conclusiones y eso es lo que más me ha gustado de ella. Esos libros que se devoran pero sin ser superficiales, que van dejando un rastro en la narración que debemos seguir, son una maravilla.
      El prólogo enamora porque nos da una visión muy cercana de esta autora que anima a seguir conociéndola.
      Un abrazo y ya me contarás qué te parece si te animas a leerla.

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  4. Sí, yo también estaba acordándome de 'Madre mía' al leer tu penúltimo párrafo antes de que la mencionaras. Creo que será inevitable acordarnos de Florencia del Campo cada vez que nos encontremos, en la literatura o en la vida, con ese dilema.
    Qué sensación tan maravillosa esa de leer libros a los que no les podemos poner ni un pero, ¿verdad? Estoy pensando que Ruth tal vez sí sea una heroína; lo que nos pasa es que tenemos un concepto de la palabra héroe equivocado.
    No conocía ni autora ni libro (que, a tenor de lo que dices, en España de momento son casi sinónimos). Apunto.
    Un abrazo

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    1. Los libros que se conectan... qué maravilla, ¿verdad? Tienes razón, Ruth es una auténtica heroína pues a pesar de todo logra buscar su sitio e incluso encontrarlo. Su voz narrativa no es lírica (esa que tanto nos gusta ;-) pero es tan clara y precisa que aporta una brisa de aire fresco y, leyéndola, es como si estuvieses escuchando las confidencias de una amiga. Muy interesante y recomendable. ¡Ya me contarás!
      Un abrazo.

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  5. Raquel, llego hasta tus momentos gracias a "Este debut en la vida",novela que una de mis mejores amigas está leyendo ahora mismo y, como siempre, antes de dar el paso, me gusta leer alguna crítica, pues, he llegado a ti y ya no tengo dudas, sé que lo he de leer. Muchas gracias por tantos momentos literarios como nos regalas. Te sigo a partir de ahora. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, Myriam y bienvenida a este pequeño rincón.
      un abrazo.

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  6. Hola Raquel, suena muy interesante, estoy pensando en regalarle este libro a una amiga que vive lejos y le gusta mucho la literatura.

    Dos preguntas, ¿cuál dirías tu que es la finalidad de este libro?, ¿podrías sacar una moraleja del mismo?

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